Orden del día: Picasso

Publicado en CIUDAD PICASSO, de Rogelio López Cuenca, Galería Juana de Aizpuru, Madrid, noviembre de 2011

“Ha de haber una dictadura absoluta […] una dictadura de los pintores […] una dictadura de un pintor […] para acabar con todos aquellos que nos han traicionado, para acabar con los tramposos, para acabar con los trucos, para acabar con los amaneramientos, para acabar con los encantos, para acabar con la historia, para acabar con un montón de cosas más.”
Pablo Picasso
(1935)(1)


Orden del día: Picasso

(voces varias) Sin duda, sin duda… Desde luego… claro, claro…

Salvador Dalí: Porque eso no lo podemos olvidar. Otra cosa sólo sería confundir el tocino con la velocidad.

(alguien se pone de pie en la primera fila) Absolutamente cierto, cada cosa en su sitio (voces de aprobación)

Salvador Dalí: Al fin y al cabo, la genialidad siempre está por encima de las ideas particulares. Es por eso que todo el mundo está de acuerdo en señalar a los genios: imagínense sino qué disparate. Es verdad que Picasso ha intentado a veces matar el arte con su materialismo comunista, pero les digo una cosa: ya casi no es comunista, y es por eso que ahora le debemos pedir que regrese de una vez a su casa, a su patria, a la tierra que lo vio nacer y que lo formó. (Mira hacia la lámpara de araña del techo) De un genio a otro genio: Pablo, tú eres la gloria de la pintura española y debes estar por encima de cualquier diferencia de pensamiento. (cerrada ovación)

Brassaï: Sólo un apunte. Les aseguro que hasta la Guerra jamás se ocupó de política. Y su comunismo, pues bueno… más bien tenía que ver con algunos de esos amigos suyos surrea… de París. Como buen español, era más bien monárquico… sólo este apunte, gracias.

Luis Araquistáin: Señores, yo puedo constatar que Picasso ya no es comunista. No sé si han visto el retrato que ha hecho de Stalin. No me negarán que es de un profundo e insuperable humorismo. Ya habrán leido la que le ha caido de Breton y de otros. Además, ha dejado de pagar la cuota del Partido Comunista francés. Doy fe, porque me lo dijo él mismo.

Javier de Salas (desde el fondo de la sala): Pero ¿cómo vamos a celebrar a Picasso sin Picasso? Por favor, ¡seriedad! Cualquier cosa que diga en la prensa internacional nos hará papilla (murmullos).

Juan Cortés: Bueno, una cosa no quita la otra: siempre podemos reunir un buen número de obras sobre las que no tenga posibilidad de veto y venderlo como una muestra de amor nacional hacia uno de sus hijos. Al fin y al cabo, algunas de sus obras puede que estén bien, pero aceptémoslo, él es un poco mamarracho. ¿No son los artistas un poco raros? Nos podemos acoger precisamente al hecho de que los grandes artistas españoles siempre han sido rebeldes…

Alfredo Sánchez Bella: No, no, no… sigo pensando que vamos a ser el hazmerreir de todo el mundo. No lo veo nada claro. Hay que hacer algo. ¡Demonios! ¿Por qué lo moderno es patrimonio exclusivo de los rojos? Y cuando nosotros queremos hacer algo, nuestros intentos los convierten en intención política… ¡Es indignante!

José Ortega y Gasset: Veamos, señores. Centrémonos. Todos queremos que Picasso regrese a España y tenga el reconocimiento que merece ¿verdad? (voces de aprobación) Bien. Escuchen, ya he hablado con d’Ors, con el Duque de Alba, con Don Pedro Sáinz Rodríguez, con Marañón, y hemos preparado también una carta para pedirle que cambie su residencia a España, y que así pueda ser enterrado en su país. Este es un paso importante y necesario. No podemos empezar la casa por el tejado. No hace falta que viva todo el tiempo aquí, pero al menos unas temporadas.

Federico García Sanchiz (grita): Como académico de la lengua, rechazo a Picasso como hombre y como artista (alboroto)

Ernesto Giménez Caballero: Totalmente de acuerdo con el señor. El éxito de Picasso se debe a la burguesía y a los capitalistas…

Federico García Sanchiz: Oiga, que yo no me refería a…

Juan de la Encina (gritando por encima de las cabezas): Porque Picasso no es en ningún caso un precursor de tiempos nuevos o un abridor de nuevos caminos, sino tan sólo un hábil y ecléctivo reproductor de modas. Picasso todo lo imita y lo reproduce (crece el alboroto)

Camilo José Cela (a viva voz): ¡Pero qué falacias dice usted! ¡Si los españoles como Picasso son los auténticos renovadores! Son los soldados de un arte combativo que miran desesperadamente la realidad, como lo hacían San Juan de la Cruz o Miguel Hernández: un arte con los pies en la tierra, y no sobre una tierra cualquiera –pecado de los cubistas y de los surrealistas- sino sobre la tierra madre que nos nutre y nos da arrestos para el combate, metiéndose de lleno en el mundo, salpicándose de sangre y, si es preciso, cubriéndose de mierda y de oprobio. Picasso es barroco, ¡cojones! Y no hay nada más radicalmente español que un artista barroco. (aplausos unánimes)

Luis Felipe Vivanco: Sí señor. Picasso es ante todo un expresionista, no un cubista. Su Mujer que llora ¿no es una Dolorosa? ¿no hay en ella un arcaísmo desesperado y rebelde de dolor que la sitúa muy próxima a lo religioso, a la máxima tradición española?

Manuel Abril: ¡Vaya tontería! ¡Mancillar así la pintura nacional! Picasso es un fracaso completo, se ha dado a la manía de inventar extravagancias, es un ídolo de los marchantes judíos y de los peras de la crítica y el ensayismo… ¡Este acto es una farsa! (alboroto total)

Dionisio Ridruejo y Miguel de Unamuno, al unísono: ¡Ustedes sí que son una farsa! Son ustedes unos miopes culturales, cerriles y bobalicones. Pero, ¿no se dan cuenta de que, por encima de todo, Picasso es español? ¡Español! ¿Que no lo entienden? (atronadores aplausos cubren algunos abucheos)

Antonio Manuel Campoy: La pintura, concretamente en esta hora del mundo, tiene paradigmáticamente un nombre español: ¡Pablo Ruiz Picasso! (algarabía)

José Ortega y Gasset (moviendo las manos de arriba a abajo): Por favor, por favor… (dirigiéndose a su vecino en voz baja: He aquí por qué el artista nuevo divide al público en dos clases de individuos: los que lo entienden y los que no lo entienden)… por favor, por favor… estamos aquí para ver qué podemos hacer, no para tirarnos los trastos a la cabeza. La cultura nos debe unir… La cultura no está para crear conflictos.

Eduardo Ducay: Permitidme una palabras, por favor. Tiene que ver con lo que acaba de señalar Don José. ¿De verdad creen que el arte puede poner en peligro la personalidad nacional? ¿Atentar contra la integridad de esa condición colectiva y humana? Me parece difícil que enemigos cañones estéticos puedan volverse contra un país para aniquilarlo y destruir su carácter y modo de darse a entender. Un modo de pintar no puede ir en contra de nadie. El calificativo de anti-español no puede concederse simplemente porque un pintor cree a su manera. El vocablo es todavía más inadecuado si se aplica a artistas que, con todas sus obras, han demostrado ser españoles hasta la médula, por grandes rebeldes, por grandes inventores, por grandes creadores. (aplauso largo y prolongado, vivas y rostros emocionados)

José Ortega y Gasset: Gracias señor Ducay. Estamos conmovidos. A ver, el señor Roces, que me parece que quería usted decirnos también algo.

Wenceslao Roces: Sí. Ya sabrán que el señor Renau, aquí presente a mi lado, ha hecho las gestiones necesarias para que Picasso se haga cargo del Museo del Prado. En una carta aprobada por el propio presidente Azaña

Voces: ¡Fuera! ¡Fuera!

José Ortega y Gasset: Por favor, por favor…

Wenceslao Roces: … se indicaba explícitamente que la decisión se debía a que se trataba del artista más universal que tiene España. Picasso ha respondido de forma entusiasta, y cito literalmente: “nunca me he sentido tan español y tan compenetrado con la causa que se está ventilando”. (fuertes aplausos) Sí, y en la carta, el señor Renau, y que me corrija ahora si no digo la verdad, le pide que venga a España y le ofrece todos, absolutamente todos los elementos de orden material y espiritual para que pueda hacerlo.

Voz entre los asistentes: ¿Y por qué no viene, entonces?

Wenceslao Roces: Pues no lo sé, pero yo mismo le volví a escribir para que viniera aunque fuera sólo unos días a cerciorarse sobre el terreno de la labor que está realizando el Gobierno para gestionar nuestro tesoro artístico nacional. En definitiva, ¿por qué les cuento esto? Por que creo que habrá que tomar otras vías para convencerle. No creo que sirvan simples invitaciones, por suculentas que sean.

Florentino Pérez Embid (pide la palabra): Yo también he hecho algunas gestiones al respecto. El otro día me puse en contacto con el gobierno…

Voces: Buuuu… buuuu…

Florentino Pérez Embid: … y les subrayé que Picasso es el primer gran nombre en la historia del pintura después de Goya. Según es frecuente entre los artistas, y como ya ha señalado antes el señor Cortés, en algunas ocasiones ha adoptado actitudes políticas estrafalarias, nunca coherentes ni sostenidas durante mucho tiempo. El problema es que la política francesa ha tratado en repetidas ocasiones de identificar al pintor con este país, pero, les guste o no, Picasso sigue siendo español (vivas y bravos). Además, el estado español es propietario del más famoso y pictóricamente más importante de los cuadros de Picasso, el Guernica. Ahora estamos preparando el Museo de Arte Contemporáneo Español, de inminente creación, y este cuadro nos iría muy bien, ¿verdad, Luis?

Luis González Robles: Absolutamente.

Luis Carrero Blanco: Es verdad que…

Voces: ¡Fuera! ¡Fuera!

Luis Carrero Blanco: Es verdad que el señor Pérez Embid se puso en contacto conmigo para conocer nuestro parecer sobre la conveniencia de proceder a las gestiones necesarias para la recuperación del cuadro. Y después de hablar con el Jefe del Estado, puedo confirmar que tenemos plena conformidad.

Florentino Pérez Embid: Además, el señor Joaquín de la Puente ha pensado en que alguien como Luis Miguel Dominguín pueda ayudarnos en esta tarea… lo digo por los contactos del torero con el artista (gestos de aprobación en la sala)

Joaquín de la Puente: No tengan la menor duda de que ese es un camino fértil. Ya saben lo que le gustan los toros al malagueño. Creo que tenemos el deber de ofrecer a Picasso tanto cuanto se pueda y él se merece. A su llegada a Madrid, el cuadro sería mostrado al público en el Museo del Prado. La obra se expondrá exactamente como él quiera. Incluso cabe perfectamente la posibilidad de hacer un pabellón que alojase todo cuanto pudiéramos reunir de su obra, a manera de monumento a su genialidad ibérica.

Voces: Brillante idea… muy bien… desde luego… cuenten con nosotros…

Luis González Robles: Creo necesario remarcar la necesidad que todos tenemos de impedir que los franceses se hagan con Picasso de forma irrevocable. Por cierto que aquí tenemos al Sr. O’Hara, del MOMA, que piensa exactamente lo mismo que yo. Adelante Mr. O’Hara, que está usted entre amigos. Cuénteles lo que piensa, que así verán que no se trata de vanos patrioterismos:

Frank O’Hara: No sé si deber… en fin, yo sólo decir que cuando ver lo que hacen artistas españoles en el exil… hum… cuando vivir fuera siempre ser notorio cómo buscan identidad española. Estoy convencido que la razón es raíces de España ser muy profundas. Eso es lo que querer decir. (bravos)

Luis González Robles: ¿Ven?

Luis Felipe Vivanco: Sólo una cosa, sólo una cosa. Recuerden que Picasso no se fue del país, sino de una ciudad, Barcelona, por falta de ambiente artístico. Nunca abandonó su tierra sino la pobreza de miras. Eso es lo que tenemos que ofrecerle. Que la cosa ha cambiado radicalmente, que este es ya un país moderno.

Dionisio Ridruejo: Muy bien dicho, sí señor.

Roland Dumas: A ver, y hablo como abogado de Picasso, siempre hemos dicho que a lo mejor regresaría si también regresaba la república… no se trata sólo de ser modernos (solemne abucheo, y gritos de fuera, fuera)

Alexandre Cirici: Un momento, un momento. Si alguna ciudad siempre ha sido moderna, esa ha sido Barcelona, sin menosprecio a nadie, claro está. (algunos abucheos)

José María Moreno Galván: Efectivamente, ¿se imaginan a Picasso en Madrid? ¡Habría acabado en la escuela de Gutiérrez Solana! Picasso es símbolo de mediterraneidad.

Carmen Calvo: Pues claro, como que es de Málaga. ¡Sólo faltaría! (algunos aplausos). Dicen que una vez Picasso pensó que para ser cubista había que haber nacido en Málaga.

Alexandre Cirici: Bueno, será de Málaga, pero todo lo que es como artista se lo debe a Barcelona. ¿Y qué mejor ejemplo de ello que la participación activa del artista en el Museo que le hemos hecho allí? ¿Por qué se ha negado a otras ofertas y en cambio ha sido tan entusiasta con el Museo de la calle Montcada? ¿eh? Díganme, díganme.

María Zambrano: El, como yo, se siente malagueño de pies a cabeza. Eso se lo juro sobre la tumba de mis padres. Hablen con cualquiera en París. No para de cantarlo a los cuatro vientos.

Alexandre Cirici: Además, no entiendo por qué hacerle otro museo en Madrid, como se ha dicho por ahí, cuando ya tenemos uno.

Juan Eduardo Cirlot: Eso, ¿por qué?

José Ortega y Gasset: María, Alejandro… por favor, ahora no es el momento de discutir sobre eso. Es español, y eso es lo importante. Como ven, seguimos en el atolladero de no dar con la clave para traerlo con nosotros. Tomás…

Tomás Llorens: Estoy muy sorprendido de lo que oigo. No entiendo por qué hay que traerlo al país, cuando en realidad, de lo que se trata de atraerlo hacia nuestro arte. Me explico. Nosotros estamos preparando ahora el pabellón español de la Bienal de Venecia, y lógicamente queremos hacer algo diferente, demostrar que España está cambiando, que somos modernos. Ya le hemos pedido al MOMA que nos deje el Guernica para el pabellón, como símbolo universal del arte español, como icono del encuentro de la nación consigo misma. Se trata de eso: de hacer que Picasso entienda que España está allá dónde se encuentra el arte, o sea en todas partes. (aplausos)

Luis González Robles: ¡Pero si eso ya lo decía yo! En las exposiciones de España, no se pone el sol.

Felipe González: Estoy de acuerdo que es un camino que hay explorar. Si somos nosotros quienes nos acercamos a su obra, él se acercará a nosotros. Les recuerdo que yo fui el primer político español en fotografiarse con el Guernica en Nueva York (insultos aislados).

Juan José Ibarretxe: Y con eso ¿qué? Otra turbia maniobra española para desposeernos a los vascos del cuadro (abucheos).

Miguel de Unamuno: ¡Pero si no hay nada más español que un vasco, diantres! (risas y algunos aplausos)

Juan José Ibarretxe: Todo es una cortina de humo. Nosotros pusimos los muertos y ellos se quedan con el cuadro. Las llamas de la tela son las llamas de nuestras casas, y sus calles nuestras calles. Se trata de un auténtico secuestro cultural realizado por el gobierno de Madrid. Es perfectamente factible que el Guernica, que ha recorrido medio mundo, llegue a Euskadi, uniendo el cuadro y la ciudad mártir que le da nombre, en la tierra donde ocurrió la tragedia. Además, en el Reina Sofía el Guernica es ahora uno entre tantos; en el Guggenheim quedaría convertido en un centro preferente de atención.

Javier Tusell: Eso sí que es cierto. La voluntad de Picasso es que el cuadro esté en El Prado. Es una vergüenza falsear sus deseos, una vergüenza.

Carmen Calvo (dirigiéndose a Ibarretxe): Sí, hombre… El cuadro es un emblema universal en contra de cualquier guerra. Si Picasso hubiera visto el bombardeo con sus propios ojos, pues aún… pero para él el Guernica es una metáfora para el mundo. Nosotros creemos que el cuadro debe estar precisamente en la tierra natal de su autor, en su Málaga querida, con su poso de mezcla de culturas, turistas y por lo tanto, símbolo de la fraternidad universal.

Ángeles González Sinde: Mover el Guernica fuera del Reina Sofía está fuera de discusión.

Manuel Borja-Villel: Del todo.

Muchas voces de Tongo! Tongo! Tongo!

José Ortega y Gasset: Por favor, por favor… calma, calma… qué imagen la que estamos dando. Les propongo un receso para un breve refrigerio y a ver si así enfríamos los ánimos. Todos tenemos la mejor voluntad para salir airosos de este asunto. Vamos, vamos, amigos…

FIN*

(1) Pablo Picasso, “Conversación con Christian Zervos”, Cahiers d’Art 10, no. 7-10, París, 1935, p. 173

∗ La mayoría de comentarios están extraídos de las siguientes fuentes bibliográficas:
España. Medio Siglo de Arte de Vanguardia. 1939-85, Fundación Santillana y Ministerio de Cultura, Madrid, 2v., 1985.
-Brassaï, Conversaciones con Picasso, Turner/Fondo de Cultura Económica, Madrid, 2002 (1966)
-Julián Díaz Sánchez y Ángel Llorente, La crítica de arte en España (1939-1976), Istmo, Madrid, 2004
-Angel Llorente, Arte e ideología en el franquismo (1936-1951), Visor, Madrid, 1995
-Miguel Cabañas Bravo, Artistas contra Franco, Universidad Autónoma de México, 1996
-Javier Tusell, Arte, historia y política en España (1890-1939), Biblioteca Nueva, Madrid, 1999
-Jorge Luis Marzo, ¿Puedo hablarle con libertad, excelencia? Arte y poder en España desde 1950, Cendeac, Múrcia, 2010
-Diferentes ediciones del diario El País.

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